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lunes, 2 de febrero de 2015
lunes, 28 de julio de 2014
Hijo precioso
Tres años después, Classic-Inn-Mommy nos comparte la carta que le escribió a su hijo Federico cuando era un bebé, en una de las muchas noches de desvelo y llanto.
Por: Classic-In-Mommy
Sept 26 de 2011
Creo que llevo meses
postergando esta carta, quizás, porque pensar en ti me invade de infinitos
sentimientos a la vez que pretender plasmarlos en un papel se me hace enredado
y confuso. Tal vez, escribir o tratar de describir con palabras y
frases el amor tan profundo que has despertado en mi, es casi imposible… de
hecho, creo que ni el más solemne de los poetas podría si quiera acercarse a explicar ese sentimiento… pero yo, desde mi humilde corazón arrugado y enternecido voy a
tratar de decirte como me haces sentir…
Arrugado, eso es sin duda lo que siento que le pasa a mi corazón cuando, en
noches como estas, te desvelas en llanto simplemente porque quién sabe qué pasa
por tu mente. Tal vez estás descubriendo que mientras
duermes, tu cabecita trabaja creando mundos fantásticos e
inverosímiles… esos que los adultos llamamos "sueños" los cuales, ya te darás cuenta, pueden ser muy bonitos y divertidos. En ellos inventarás historias de héroes y villanos en donde siempre, ojalá siempre, habrán finales felices para que tus noches sean vivencias increíbles de goce y pleno
descanso…
En esta oscuridad de sollozos y suspiros infinitos, de pena y
contemplación, es cuando puedo experimentar que el amor de madre no
tiene limites. Aunque sea agobiante para mi salirme de la cama y despertar
de mi sueño -ya nunca más profundo-, tu llanto es más estremecedor que 40
despertadores retumbando a la vez en mis oídos. La naturaleza es
demasiada sabia, hizo que nosotras las mamás sintamos hasta el más
mínimo quejido de nuestro hijo como si nos pellizcaran las entrañas. Te oigo y corro en media centésima de segundo a socorrerte, a abrazarte, a
besarte y hasta cantarte en medio de la noche canciones de cuna para que vuelvas a dormir tranquilo.
Ser madre, es la experiencia más estremecedora que he vivido, he descubierto lo que es
llevar al límite mi cuerpo, lo que es amar sin barreras, sin tapujos, sin
prejuicios y sin orgullos. He experimentado miles de mariposas en mi
estómago cuando recorro tu dulce piel con mis manos, contemplando la suavidad
de tu respiración en esos abrazos profundos que sueles darme cuando
quieres simplemente quedarte aferrado a mi cuerpo cual náufrago a una
orilla….y desvanecerte en ella, oyendo el retumbar de mi corazón, quizás para sentirte de nuevo en el lugar más seguro que hasta ahora hayas conocido…mi
vientre.
Te has quedado de
nuevo dormido, en el tiempo que duré escribiéndote esta carta no te has vuelto a despertar. Ese último
abrazo de amor logró su objetivo… entonces me acerco a tu oído para suplicarte que sueñes con los angelitos, eso es lo que nosotros los padres solemos
decirles a nuestros hijos cuando queremos desearles bonitos sueños, pero realmente, ojalá que Morfeo te abrace con miles de cosas lindas y de historias cargadas de color y alegría, como son
siempre tus días, con esa sonrisa y ese brillo en tus ojos de
fina coquetería. Te amo pequeñito… descansa que hoy fue un día largo, duerme tranquilo que papito y mamita siempre están a tu lado.
Mamá
miércoles, 23 de julio de 2014
7 Gadgets indispensables para un bebé viajero
Por: Travel - Inn-Mommy
Desde
antes de nacer, sabía que Martín iba a ser un niño viajero. Solamente cuando
estuvo en mi barriga pasó por más de 7 países y a los tres meses ya había
completado su primer viaje internacional.
Yo
sueño con mostrarle el mundo a Martín para que conozca gente de muchas razas,
otras culturas y su mente se abra desde chiquito.
Para lograr eso y poder llevármelo a donde vaya, he ido armando un kit on-the-go, para que mi invitado especial pase rico… y los papás también! Acá les enumero algunas cositas:
Para lograr eso y poder llevármelo a donde vaya, he ido armando un kit on-the-go, para que mi invitado especial pase rico… y los papás también! Acá les enumero algunas cositas:
1. Bañera inflable
Para mi
es muy práctica y la he usado en los viajes desde que Martín tiene 3 meses ya
que no siempre hay un lugar seguro o LIMPIO donde bañarlos.
La ponemos
en la ducha y la llenamos un poquito para que él juegue y de patadas. Ahí metido
pasa feliz, el baño se vuelve el mejor plan de la mañana o de la noche y ver
caer el agua, a sus 7.5 meses, todavía le parece lo máximo.
También
ha sido útil para nosotros porque el siempre ha sido un bebé grande y al
ponerlo ahí, los brazos de los papás descansan!
Lo que
no me gusta: Le compramos un inflador porque nos rehusábamos a inflarla con nuestros
pulmones. Con la nueva compra, la inflamos en menos de 5 minutos. Lo aburrido
es la desinflada para que quede completamente sin aire y ocupe la menor
cantidad de espacio en la maleta.
2. Esterilizador de microondas
Amo
este esterilizador porque no me toca conectarlo ni pensar en los cambios de
voltaje entre países que pueden quemar los electrodomésticos. Este se mete en
un microondas, se deja 4 minutos ¡y listo, todo está limpio!
3. Britax Head and Body Support Pillow,
Iron/Gray
Lo
usamos desde que sacamos a Martín del hospital hasta casi los 6 meses. ¿Por qué
me gusta? Fue la mejor manera que encontramos para que el estuviera seguro y
apretadito (como en mi barriga) en el carro porque a nosotros simplemente
nos daba pesar cuando veíamos a los bebés sentados en sus sillas y con su
cabecita descolgada porque se quedaban dormidos.
Gracias
al soporte de la parte superior, su cabecita siempre estuvo firme, cómoda y si
se dormía no se ladeaba y seguía cómodo. Inclusive, después cuando ya la parte
de abajo le apretaba, la quitamos (se separan por un velcro) y seguimos usando
la parte de la cabeza.
4. Tarritos Avent (Philips Avent 10 Pack BPA
Free Breast Milk Storage Starter Set, Clear, 6 Ounce)
En
realidad estos tarritos los venden para almacenar leche materna pero yo los uso
para guardar las sopas y las compotas de Martín. Cuando
le preparo su comida me salen varias porciones. Las guardo en estos tarritos
que por su tapa de rosca no dejan que las cosas se rieguen, sirven para
llevarlas en la pañalera sin accidentes y sirven para calentar los alimentos al
baño de María.
5. Baberos desechables
Ahora
que Martín toma jugos, come compotas y sopas ¡se ensucia mucho! Especialmente
cuando estaba aprendiendo a comer con la cuchara. Cuando voy a salir, ya sea
una visita o de paseo, le llevo estos baberos que no lo dejan ensuciar pues
tienen varias capas y al final de usarlos…. Se tiran a la basura y la mamá tiene
algo menos que limpiar!!!
6. Bolsa Medela quick clean
Muy
útil para esterilizar cosas pequeñas en el microondas. Con 2 onzas de agua y
minuto y medio las cosas quedan listas.
Ojo:
tienen límite de uso entonces hay que estar pilas para no pasarse porque tal
vez la bolsa ya no tiene el mismo efecto.
Cuando
una mujer está embarazada se hincha por la acumulación de líquidos. Esta
condición se aumenta en el último trimestre y a veces no sabemos qué zapatos
ponernos… recuerdo que para viajar utilice los Toms, que ya tenia desde antes
pero que empecé a amar con locura al ver en ellos la alternativa más cómoda por
su suavidad y facilidad para quitar y poner al pasar por los controles de
seguridad en los aeropuertos (¡odio que te hagan quitar los zapatos!).
Lo
bueno es que ahora que soy mamá les sigo sacando el jugo y que por comprar un
par, le regalan otro a un niño de escasos recursos!!
Lo que
no me gusta: que no se pueden lavar.
martes, 22 de julio de 2014
Profesión: Mamá
Por: In-Maternal
(Isabel Salazar)
Algún día, no tengo noción de cuál, instauré en mi mente una idea:
Para ser valiosa, para ser alguien en el mundo, tenía que ser una mujer
exitosa. Me conté a mi misma un discurso que me aprendí, que interioricé y del
que tuve total convencimiento: El éxito estaba ligado a ser una mujer muy
capaz, independiente económicamente, con reconocimiento en la vida laboral… la
mujer sumisa de otrora, dependiente del marido y de sus hijos, estaba mandada a
recoger.
Desde que estaba en cuarto semestre en la Universidad, empecé a trabajar en televisión. Después de un largo
proceso de casting y pruebas, quedé como la presentadora de El Circo Eléctrico,
un programa de videos, fiesta y música electrónica. Fue el inicio de una
carrera en medios de comunicación bonita, dando pasos cortos pero firmes. Crecí
en el canal, trabajé en otros medios, pasé por la W (una de las emisoras con
mayor audiencia del país). Este recorrido me validaba en mi discurso. Me hacía
sentir segura. Si bien sabía que me faltaba mucho para ser una comunicadora
reconocida en el país, se me llenaba la boca de ser la voz o la imagen detrás
del micrófono. Me sentía exitosa.
Publicidad de Mujeres W, programa de Radio
Entonces un buen día cambié mi trabajo, me fui al mundo
corporativo, me casé y cuando menos pensé, estaba esperando a María Belén. Los
ocho meses de embarazo me cogieron cansada, venía de un ritmo de 12 años de
trabajo sin parar, así que quise hacer un alto para dar a luz tranquila.
No voy a decir que no lo disfruté. Cambié de apartamento, decoré
el cuarto de la bebé, planeé su llegada, sentí sus pataditas en mi vientre,
empecé a conectarme con esa mujercita que crecía dentro de mi y a quien muy
pronto conocería. Llegó el día de su nacimiento y en medio del maremágnum de
emociones, vivía como extasiada. Todo era distinto… con ella también nacían
sensaciones, sentimientos.
Cada día con su afán. Las cosas se fueron resolviendo. Pasó ese
primer mes de incertidumbres, llegó el segundo de acople, luego el tercero de
enamoramiento absoluto y cuando ya la gorda empezó a ser parte de mi
cotidianidad, cuando ya no era algo extraño a lo que debía adaptarme, me
encontré conmigo nuevamente.
Fue una tarde en la que me topé con un viejo conocido. Me saludó,
me preguntó por María Belén y luego me dijo inocentemente: “¿Y qué estás haciendo
ahora?”. 5 palabras que me martillaron la cabeza. “Estoy dedicada a la bebé”-
contesté pasito y rapidito, como queriendo que no oyera mi respuesta. Sentí
pena, en mi cabeza sólo oía una conversación: “te convertiste en una simple ama
se casa”. Claro, conscientemente sabía que mi tarea de mamá era supremamente
importante, pero en mi inconsciente, sentía que me había traicionado. Que me
había convertido en la Susanita que nunca había querido ser.
La Profesión Mamá, es tal vez una de las más bonitas y una de las
menos valoradas en el mundo occidental. Lo complicado es que no son –como
podría creerse viendo las cosas por encima- los hombres machistas los que la
consideran menos, sino las mujeres de la liberación femenina, las que nos hemos
exigido ser igual de competitivas en el mundo laboral, las que hemos
menospreciado el trabajo en el hogar.
Cuando empecé a sentirme así, quise encontrar trabajo
desesperadamente. Moví mi hoja de vida, hice llamadas, hablé con antiguos jefes, pero como si el
mundo quisiera decirme ESPERA UN POCO, recibí muchas respuestas positivas pero
a futuro. Al borde de la desesperación decidí abrir este blog y busqué cosas en
las que ocuparme mientras conseguía algo, -ojalá en medios que es lo que
realmente me gusta y me conecta con mis pasiones-.
Organicé en mi cabeza una respuesta por si volvía a enfrentarme a
la pregunta: “Y ahora qué estás haciendo?” – “Estoy dirigiendo un blog para
mamás, lo que me permite trabajar desde la casa mientras María Belén está más
grande”. Aunque la respuesta me pareció digna, en el fondo seguí sintiéndome
mal. La parte económica tampoco ayudaba, después de tantos años ganándome mi
platica, depender ahora económicamente de mi esposo, por más generoso que él
sea, no me resultaba nada fácil.
Al mismo tiempo, todos estos pensamientos recibían de mi un
juicio: ¿Cómo es posible que esté teniendo este tipo de consideraciones en vez
de estar agradecida por mi hermosa bebé? La complejidad femenina me llevaba a
un sentimiento mayor, la culpabilidad.
Esa coyuntura en mi vida me puso en el camino a Casa Zendra, un
lugar de consultoría y coaching que me encontró (¿o yo a él?), y donde me
inscribí para poder entender tantas voces dentro mío. Este ha sido un proceso
muy lindo de autoconocimiento.
Un día, después de varias horas de ejercicios con mis compañeros,
entendí el mensaje que había detrás. Aunque amo a mi hija, para mí, el hecho de
ser mamá, no aportaba valor en mi escalafón de éxitos. Mis discursos internos,
mis prejuicios, mis postulados, las historias que yo me había contado sobre el
triunfo, no contemplaban cambiar pañales, lavar teteros, llevar a mi hija al
pediatra, dormir pocas horas, consolar su llanto…
A veces las cosas más obvias son las que más fácil se esconden. Es
cierto que sigo deseando volver a medios y que siento que trabajar es uno de
los principales motores de mi vida. Pero desde que descubrí esa gran verdad, supe
que podía empezar a contarme otras historias para darle otro significado al
éxito. Entendí mi frustración, digerí mis sentimientos, los asumí con autocompasión e hice un gran
postulado: ¡Voy a darle valor al hecho de ser madre! ¡Que viva la profesión mamá!
viernes, 18 de julio de 2014
Carta a mi abuelita
Por: Travel In Mommy
Si alguien me pregunta cual sería el poder mágico que me hubiera gustado tener, yo le contestaría: Poder teletransportarme. Muchas veces, cuando estoy sola y lejos de mi casa quisiera cerrar mis ojos y aparecer en mi casa de Cali. Así fuera por 5 minutos.
Si alguien me pregunta cual sería el poder mágico que me hubiera gustado tener, yo le contestaría: Poder teletransportarme. Muchas veces, cuando estoy sola y lejos de mi casa quisiera cerrar mis ojos y aparecer en mi casa de Cali. Así fuera por 5 minutos.
Si tuviera ese don, en este
momento no lo usaría para mí sino que se lo compartiría a alguien más, a mi
abuelita Tita.
Hoy ella está cumpliendo 24 años
de habernos dejado y creo que no pasa un día en mi vida sin que yo la recuerde
por algo. Si hay alguna persona en el mundo que me duela en el alma que mi hijo
no tenga el honor de conocer, es a ella.
Cuando Martín nació, un día que
estábamos solos él y yo, los presenté y le conté que en el cielo tiene una
bisabuela que lo va a cuidar todos los días de su vida . Le dije que yo
aprendí a gatear en su mesa del comedor, que fue ella quien me enseñó a amar el
helado de arequipe, porque siempre me preparaba un postre para cuando yo la
visitaba (y que nadie más podía probar), que le encantaba que me pusiera
vestidos, que fue reina del Club colonial en Tuluá y que siempre estaba muy
arreglada, que tenía voz ronca como su mamá, que le encantaba cocinar y jugar
cartas, que amaba su familia y a mi abuelo, que olía a rosas y que me dio tanto
amor que alcanzó para que hoy todavía me haga mucha, mucha falta.
Ya que no está conmigo, quisiera
contarle que me casé con un hombre sensacional que me ama y que amo con locura,
que hemos vivido en varios países y que él, al igual que yo, ama viajar… así
como ella me lo inculcó desde chiquita cuando empezó mi colección de muñecas
vestidas con trajes típicos del mundo que me traía de sus viajes; algo así como
Melquiades en Cien Años de Soledad. Me gustaría que supiera que en Navidad,
todavía comemos el pastel de quesos y
que todos en la familia añoramos la llegada de ese día para disfrutar de ese
manjar, que solo se come una vez al año (por lo “dietético”) y que ella nos
cocinaba. Que todavía preparo las galletas que hacíamos juntas, que todavía
vamos a la finca en familia, que me veo cada vez que puedo con mis primos y que
soy la mamá de un niño que con su llegada iluminó mi vida y la de la familia.
Le contaría que ahora mi mamá
con su rol de abuela es su versión corregida y aumentada. Que se desvive por su
nieto así como ella se desvivía por mi y que por supuesto, se ha tomado muy en
serio, junto con mi papá la tarea de consentirlo hasta más no poder. Me ayudan,
me tienen paciencia, lo consienten, lo cuidan, le regalan de todo… y lo mejor!
Que hay otras 3 tías abuelas y 2 tíos abuelos que se derriten por él.
Estoy segura que si ella me ve
desde el cielo estaría muy contenta de ver la mujer en la que me convertí y que
se siente feliz de ver como en mi casa mantenemos las cosas que nos enseñó
vigentes, para que su recuerdo permanezca latente y el amor que nos entregó se
sienta, aun después de 24 años de su partida, a una vida mejor, quizá.
Por último pero no menos
importante, le diría que la amo mucho.
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