Tratando de contestar a la pregunta
“Cómo cambió tu vida desde que tuviste a tu hijo?” me podría demorar horas, por
eso me voy a enfocar en un tema en particular: la anticipación.
Desde que una mujer adquiere el rol de madre,
inconscientemente debe aprender por ósmosis, por instinto -o como se le dé más
fácil- , a anticiparse a las necesidades de su hijo. Tal vez para algunas mamás
esto sea “papitas”, pero a mi si me tocó aprender, pararle bolas e inventarme
un sistema para que anticiparme a las necesidades de Martín me fluyera… a pesar
de que a mi de por si me gusta planear.
Por ejemplo, antes me iba de viaje y
echaba en mi maleta lo que me naciera el día antes… ahora, aparte de mi maleta,
tengo que organizar la de Martín y así sea corto o largo el viaje, si se me
olvida algo importante tal vez no lo pueda conseguir y se me daña el paseo… por
eso siempre que nos vamos a dormir a un sitio diferente de la casa, pienso en
todas las posibilidades de plan existentes y saco mi lista (que de paso voy
puliendo en cada viaje). De esta manera, por muy aburrido que parezca, estoy
segura que todo lo que voy a necesitar va en la maleta y que todos vamos a
pasar felices.
Si es fin de semana y me quiero quedar
haciendo locha con mi esposo por la mañana en la cama, lo hago pero ya se que
hay una hora en la que me tengo que parar a “funcionar”, porque a partir de ahí
hay un reloj en cuenta regresiva y es que Martín a las 9 am ya pide baño,
tetero de jugo y siesta. Por eso la mamá se levanta, se pone el sombrero de
chef y le hace el tetero al niño, luego le prepara el baño, le alista la ropa,
le quita la pijama, lo baña, lo mete en la cama y le da el tetero para que
después se duerma…
Como lo ven, la vida de un padre no
es como era antes y por más descomplicado que se quiera ser, toca estar
preparada para que ninguna situación te coja “con los calzones abajo”.
Lo que más me ha ayudado para poder
anticiparme y planear mi día ha sido volverme amiga de la rutina… algo de lo
que “los grandes” queremos huir pero que los niños aman. ¡Un niño con rutina es
feliz y en cambio la mamá también!
Saber a qué hora se baña, come y duerme,
me ha parecido fantástico y llegar ahí ha sido un logro importantísimo en mi nuevo
rol de madre porque no es fácil, sobre todo en la parte del sueño. Sin embargo,
al darme cuenta que en los momentos de la siesta era cuando yo podía hacer mis
cosas o simplemente descansar, cogí la energía y la paciencia necesarias para
que Martín entienda que por la mañana y por la tarde se duerme siesta, y no 20 ni 40
minutos sino mínimo 1 hora.
Cuando un niño está enrutinado anticiparse
a sus necesidades fluye y es muy fácil. Por ejemplo si vas a salir con tu hijo
por el día, ya sabe qué llevar en la pañalera o si el está llorando o chinche, puedes descartar
cosas para adivinar qué le pasa y puedes entender con
facilidad qué es lo que le molesta.
Si eres una mamá que está en las mismas que yo,
organizando a tu hijo y no lo has logrado del todo, no desfallezcas. No es fácil
pero tampoco imposible. Piensa que después, cuando tu bolita de amor tenga una
rutina, una de las más beneficiadas, después del niño, serás tú. Sí, la vida
cambia después de dar a luz y nunca más será como era antes, pero cambia para
bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario