Como bien me describen me he posicionado por ser Caro Eventos y cuadrar
todo... La verdad es que lo único que he hecho es buscar motivos para compartir
con la gente que me gusta y hacer lo que está en mis mano para sentirlos cerca.
Esto es algo sencillo, sólo que trabajando tanto, se vuelve un reto. Mi trabajo
ha sido exigente y requiere de gran parte de mi tiempo. Me lo disfruto y he
visto los frutos del esfuerzo después de 9 años de mucha dedicación.
Entre los quehaceres laborales, mi familia y amigos, es claro como vivo mi
vida: ¡MUY OCUPADA! Soy una apasionada
por lo que hago y así vivo feliz, esto es lo más importante para mi.
Para mantener mi vida social (familia y amigos), estabilidad en el trabajo, y llevar casi 12
años con Andrés –mi esposo-, he necesitado de mucha organización y planeación. Amo
la vida y me encanta como la vida me ha tratado hasta ahora. Por eso siempre
sentí temor de que el día que me volviera mamá, este nuevo estado me alejara de
la gente que quiero, cambiara mi relación con Che (como le digo a Andrés) y en
definitiva, cambiara mi esencia.
Sin embargo, hace un buen tiempo empezó a aflorar en mi el deseo de ser
madre; lo complicado era definir cuándo. Entre todos los planes de viajes, estudio,
trabajo, etc. y con tanta cosa en la que me meto, el momento tenía que ser
planeado, para no perderme nada.
En la agenda de asignaturas pendientes antes de encargar estaban terminar
el MBA y hacer varios viajes. Luego hicimos las cuentas basándonos en el Mundial, ¿cómo nos íbamos a perder el regreso
de Colombia al torneo más importante del mundo? Es por esto que el bebé debía
nacer mucho antes para poderlo dejar con los abuelos, o concebirse después.
Andrés y yo empezamos a relajarnos para que en cualquier momento pudiera
llegar la buena noticia. La verdad pasamos por todas las etapas. En un
principio lo intentamos de manera natural sin pensar en fechas ni nada más. Al
ver que pasaban los meses y nada, dejó de ser tan natural porque fuimos al ginecólogo
quien nos dijo que debíamos hacernos varios exámenes. Una de las cosas a las
que más miedo le tengo en la vida es a la sacada de sangre, por lo cual preferí
posponer tanto chequeo y reemplazarlo por el test de ovulación digital Clear Blue...
este nos iba a indicar exactamente el
momento fértil.
El tema de medirse para saber cuando es oportuno, empezó a poner algo de presión
y a mi esposo esto no le gustaba mucho. Como si fuera poco, pasaron varios
meses sin que el test nos diera positivo, por lo que tuve que volver al médico.
Los planes cambiaron porque ya las fechas ideales habían pasado y sí
quedábamos embarazados nos iba a coincidir con el viaje al Mundial (teníamos
todo el viaje comprado). El médico nos dijo que debía nivelarme de las hormonas. Tanto complique
hizo que empezara a cuestionarme mi chip
maternal... Viví la típica confusión ligada al síndrome de la mujer en los
treinta buscando bebé: ¿Deberíamos ayudarnos?, o ¿debíamos esperar a que
llegara el momento naturalmente?, ¿será que todo era mi culpa por planear un
momento ideal?
Andrés y yo no volvimos a tocar el tema. Ya no hablábamos de ser papas y se
acabó cualquier búsqueda o plan de bebé. Cambiamos el modo teteros, pañales y
barriga por los goles que veríamos de Falcao–aún el astro no estaba lesionado-.
Mientras tanto, como por no dejar, empecé a tomarme lo que me recetó el médico.
Llegó diciembre con su alegría y claro con sus fiestas y trago. Lo vivimos,
disfrutamos y cuando menos pensamos, estábamos esperando. Con el restraso
decidimos hacer la prueba y el examen de sangre –sí, me tocó superar el miedo-.
Aunque estábamos en esas, nuestras cabezas estaban en completa negación: Nos
hacíamos los locos, como sí nos diera
miedo afrontar la idea, sentir que había llegado el momento y no lo habíamos
planeado de esa forma. Yo por dentro sentía que sí podía ser… más cuando
empezaron las náuseas, pero las justificaba de mil maneras: guayabo terciario, exceso
de comida en diciembre, etc.
Llegamos del viaje, pedimos la cita al ginecólogo y claro: ¡Más que
confirmado! Ya tenía 7 semanas. Había mucha emoción pero también mucho
miedo. Ese mismo día le contamos a nuestra familia, amigos de toda la vida y
amigos en la oficina. Sentir su felicidad fue la mejor ayuda para asimilarlo y
empezar a crear ilusiones en la nueva etapa que nos venía juntos.
Hoy en día tengo 5 meses y ya estoy planeando todos los eventos
relacionados con mi bebé, que claro, no incluyen ir al Mundial. Le dimos
permiso a Andr és de ir con sus amigos. Esos sí, desde ya
empezaré a ahorrar, por que a Rusia 2018
nos vamos los 3.
de verdad que suerte compartir esta etapa con amigas... y eso si no estaba planeado
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