Yo soy Travel-In Mommy. Hace 4 años decidí
dejar mi vida de ejecutiva para acompañar a mi amor por el mundo; por eso
aquello de viajar es una constante que nunca se termina en mi vida. Soy
profesional empacando y consiguiéndome las cosas más livianas para así poder
maximizar el espacio en mi maleta y que nunca me falte nada de mi colección
primavera/otoño/verano.He vivido en lugares exóticos y todavía
mis muebles y regalos de matrimonio están sin estrenar gracias a la vida nómada
que he tenido en los últimos años…
Quedar embarazada después de los 30, por
lo menos para mi no fue tan fácil como peluquear un bobo. Yo soy de las que traté, me fui de vacaciones
disque a buscar el bebé, me preocupé, me relajé, fui al doctor, también mandé a
mi esposo a hacerse espermogramas para chequear que su “pólvora no estuviera
mojada”, me estresaba con la preguntica incómoda: ¿y para cuando piensas
encargar? (la gente no sabe cuan imprudente puede llegar a ser esa pregunta
indefensa)…hasta que por fin la famosa prueba me mostró esas dos rayitas bien
repintadas que tanto deseábamos mi esposo y yo.
Fueron 8 meses desde el día que decidí
dejar de tomarme las pastillas hasta que por fin quedé embarazada. Para mi fue
eterno pero la verdad, ahora soy consciente de que no fue tanto. Me pasaron
muchas cosas que por la edad y las circunstancias de mi vida que hicieron que mi búsqueda no fuera efectiva
desde el momento que decidí dejar las pastillas.
Me acuerdo perfectamente de ese día. Me estaba graduando del MBA en
Madrid y estaba cansada de estudiar tanto. Como me iba de viaje con mi esposo a
Vietnam y Camboya, teníamos la oportunidad perfecta para ir a lugares
paradisíacos a recordar los días de la luna de miel. Pero volvimos y nada… y así pasaron unos
meses. Luego los viajes de trabajo tampoco ayudaban porque justo cuando tocaba
hacer “juiciosos la tarea” no estábamos juntos.
Lo más chistoso fue que también nos
dimos cuenta que estábamos haciendo mal las cuentas (ahí ya habían pasado como
3 meses tratando… 3 meses perdidos) así
que nos tocó volver a empezar. Ahí fue cuando una amiga me dijo que tenia que
hacerme un estudio de mi temperatura corporal y aproveché que estaba en USA
(donde uno puede conseguir todo lo que se necesita) y me compré el famoso
termómetro porque los normales no sirven. Me tocaba tomarme la temperatura
después de abrir el ojo y procurar hacerlo sin haberme movido casi… obviamente
no logré obtener ningún patrón y se me perdió el termómetro entre tantos
trasteos.
Después otra amiga me dijo que había
unas cintas que te medían si estabas ovulando con la orina. Para comprarlas me
toco esperar a un viaje, (más tiempo tratando sin lograr lo que quería), porque
en ese momento vivía en Guinea Ecuatrorial, un país africano donde no había
nada para comprar y las droguerías siempre estaban desabastecidas. Por fin
viaje y me compré un bulk como de 6 cajas (o sea 6 meses más de intentos) para
seguir ver si así lo lograba.
Esas cintas son muy cómicas porque el día que es la prueba te sale una carita felíz.. y no importa la hora o el
día, a uno le toca amarrar al marido y no hay estrés, ni cansancio ni reunión
que valga (aunque así tampoco es chévere buscar bebés) porque el tiempo fértil en
cada ciclo no dura sino máximo 48 horas.
La cosa se complica cuando no te salen
caritas felices ningún día… ahí la que se hace la prueba no está tan feliz. Eso
me paso a mi y para rematar, estaba en proceso de mudarme a Mozambique y allá
no tenía doctores… o sea que me tocaba
esperar (MAS!) hasta ir a Colombia a hacerme chequeos y ver que pasaba con mi
cuerpo.
Después de hacerme algunos exámenes de
rigor, mi doctora llegó a la conclusión de que tenía ciclos anovulatorios (por
eso no quedaba) y que eso era consecuencia del síndrome de ovarios
poliquísticos. Para rematar, me dijo que si concebir un bebé es ya de por si un
milagro, con esa condición es aún más difícil. Lo bueno es que era tratable y
tocaba seguir intentando y ser paciente.
Mis ganas de ser mamá sobrepasaron ese
panorama poco alentador y me dedique con juicio a hacer ejercicio y a tomarme lo
que me recetaron… sin embargo lo que más me sirvió fue relajarme, saber que
todo llega en el momento preciso y sin acosar al otro y así fue como en un
lugar recóndito de África por fin quedé embarazada a los dos meses de empezar
el tratamiento, desde entonces no se borra de mi, una complacida carita feliz!
carita feliz para los tres.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
Eliminar