lunes, 19 de mayo de 2014

Una locurita llamada “Hormonas”



Hay cosas que no nos dicen del embarazo. La publicidad lo muestra como algo divino. Muchas mujeres dicen que es el momento de su vida en el que se han sentido más bonitas y felices, Demi Moore posó para Vanity Fair desnuda mostrando orgullosa su panza y algunos hombres manifiestan que no hay nada más sexy que una mujer embarazada.

Pero la verdad, es que no siempre es así. Muchas mujeres se la pasan los primeros meses malucas, verdes, ojerosas y con un sabor en la boca del estomago amargo que les  dibuja  una constante cara de fo.  A otras las caderas se les vuelven anchas rápidamente cual musas  del General: “una libra de cadera no es cadera, dos libras de cadera no es cadera…”, otras se llenan de celulitis, retienen líquido, se sienten pesadas.

Pero los cambios físicos no son nada comparado con la Montaña Rusa emocional que acompaña los 9 meses de gestación. Inn-Maternal, Clasic-Inn-Mommy y Wonder WoMOM nos cuentan 3 episodios de sensibilidad extrema y nos regalan, al final, unos tips para aquellas mujeres que están pasando por eso y piensan que van a morir en el intento.  ¡Una entrada para acompañar a las mujeres que están en embarazo,  hacer reír a  las que lo estuvieron y  animar a las que quieren estarlo!
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Sensibilidad Extrema – Episodio 1:

Por: Inn- Maternal

        Crying Girl - Roy Linchtenstein 

Las personas que más me conocen se ríen de mi porque soy muy llorona. Muchas cosas me conmueven, la música, el cine, el arte, las historias de la gente. Tengo una lágrima asomada en mi ojo todo el tiempo. Si este es mi estado normal, imagínense como fue mi embarazo: Un mar de lágrimas.

Aunque muchas veces agüé ojo, pocas veces lloré de verdad verdad, y cuando digo esto, me refiero a llanto incontenible, con ahogada que no permite el habla, cara roja, ojo hinchado y nariz que parece bolita de navidad. Para mi vergüenza, una de estas veces fue en el trabajo.

Tenía yo un colega en una empresa socia, con el que tenía que mantener una comunicación constante. Asumo que mi inexperiencia en el sector le caía gorda porque desde el principio fue antipático y notaba yo, no se si derivada de mi propia inseguridad, un tono de burla recurrente. Todo lo que decía, escribía, opinaba, le parecía mal. Y yo, que todavía no me sentía pisando un terreno firme, me acomplejaba, me asustaba, me cohibía. (Error: el primero que tiene que comerse el cuento es uno, solo así los demás empiezan a creerte).

Después de varios tropiezos, cosas malucas y momentos incómodos, yo sentí que el personaje me había declarado la guerra. Cada comunicación suya la sentía como una amenaza (error numero dos: No hay que tomarse nada personal), vivía a la defensiva, lista para contraatacar y no dejarme. Trabajaba más, me esforzaba el doble, me cuidaba de cada detalle, no le iba a dar papaya, y bueno, finalmente el señor terminó ayudándome a ser mejor.

Fue así como un buen día, después de ires y venires cibernéticos llenos de insatisfacción de su parte, el susodicho mando un correo con copia a mi jefe, su jefe, y el jefe de su jefe, diciendo que estaba cansado de mi falta de profesionalismo y que no quería volver a recibir correos míos.  Recuerdo que me decía a manera de insulto “niña”.

Leí esas letras, vi los destinatarios y me sentí como ese comercial de un señor que no sabía ingles y cada vez que le hacía preguntas en ese idioma contestaba “a little” haciéndose más y más pequeño. Pero la indignación no fue lo único, ¡OJALÁ! Las cataratas del Niagara parecían pequeñas comparadas con mis lágrimas. Brotaban, cual cascada al viento apoderándose de mi cara.

“¿Qué te pasa?” Me preguntaba mi vecina de escritorio y gran amiga de la vida, y yo, cuál Chilindrina decía: Es que, BUAAHHHH, este, BUAHHHH, tipo, BUAHHHH, dijo, BUAHHHHH que BUAHHHHHH … La situación se volvió tan notoria que me llamó el director del programa para el que yo trabajaba. Yo solo le mostraba el correo y BUAHHHHHHHH. Me pasaban clínex, me consolaban y yo: BUAHHHHH BUAAHHHHH y más BUAHHHHHHH.

Él trataba de tranquilizarme con sus palabras bonitas y comprensivas. Yo respiré, me tranquilicé un poco y caí en cuenta de lo que estaba haciendo, de la ridiculez de mi reacción, de la falta de profesionalismo, algo de razón tenía el personaje. -“Que pena con usted, doctor”- le dije a mi interlocutor. “No sé porque estoy así”. Entonces él, con algo de risita paternal me dijo: “Yo sí se por qué. ¡Estás embarazada!”.


Sensibilidad Extrema Episodio 2

Por: Wonder WoMOM


En mi caso, las hormonas empezaron con una cara sonriente. Los primeros 3 meses fueron gloriosos, lo contrario a muchas mujeres. Fue la etapa de contarle la buena noticia a la familia y a los amigos, la ilusión de lo que estaba por venir, la ansiedad de aprender lo que significaba un embarazo, y por supuesto la felicidad de ver ese frijolito por primera vez en la pantalla blanco y negro escuchando su corazón galopante.

Me estaba sintiendo tan bien que hasta viajamos a Orlando a los parques y ni siquiera tuve que comer los bombones anti-mareo después de tanta voltereta en las atracciones… y para seguir con este mood, al final del primer trimestre viajamos también a Las Vegas de “Baby Moon”.

Pero exactamente al inicio del cuarto mes, sentí la descarga hormonal como una cachetada en la cara. En el avión de regreso a Miami las hormonas empezaron a cambiar mi cara sonriente por una parecida al emoticon verde con cara de guayabo. Tuve que pararme tres veces al baño a vomitar: Estaba mareada, agotada, y aunque pensaba que me sentiría mejor al poner los pies en tierra firme, no fue así.

Al siguiente día, como todos los lunes, M se fue para el trabajo y yo me quedé en casa. Intenté desempacar y organizar algunas cosas pero fue imposible. A estas alturas las hormonas ya cambiaban intermitentemente de cara emoticon verde, a amarillo con cascadas de llanto brotando de los ojos… Y es que definitivamente si hay algo peor que estar enferma, es estar enferma y sola. Yo solo pensaba,  ¿dónde esta mi mamá? ¿quién me va a preparar mi sopita levanta muertos? ¿quién me la va a traer a la cama?

En esas llamó mi esposo a preguntar como seguía y al ver mi desánimo me sugirió inocentemente: “¿por qué no pides una sopita casera a domicilio?”. Antes de que él terminara la frase la hormona camaleonistica ya estaba en emoticon rojo intenso: “¡La sopa casera no se pide a domicilio, la sopa casera se llama casera porque se hace en la casa, y en esta casa no hay nadie que me la pueda hacer!!!! Si no puedo cuidarme ni yo misma, ¿CÓMO VOY A CUIDAR A UN BEBÉ??????”

M estaba aterrado de oírme y la verdad es que ni yo misma me reconocía. Parecía un semáforo con mi cara cambiando de verde a amarilla, después a roja, y empezando nuevamente el mismo ciclo. Nunca me he caracterizado por ser una mujer llorona, y de solo verme, me daban ganas de llorar más. Mi mayor miedo: quedarme así para toda la vida.


Sensibilidad Extrema – Episodio 3

Por: Clasic- In-Mommy



Estar embarazada es tomarse un cocktail de hormonas cada día de diferente sabor, pero muy emborrachador…. Que nos lleva a cometer cosas hasta vergonzosas.

Yo por ejemplo, vendedora innata, un día me desperté con un coktail de hormonas muy fuerte, de esos que te enlagunan, y claro, feliz me fui a trabajar en mis ventas, pero ¡ohh sorpresa!, llegué donde un cliente y tan sólo al verme me dijo que esta vez no compraría nada. ¡BOOMMM estalló la bomba dentro de mi cabeza!

 Cómo a un bebe que le quitan un dulce, comencé a llorar, no podía ni siquiera contenerlo… solo caían y caían lagrimas por mi mejillas. El cliente, un poco confundido y quizás avergonzado por mi reacción, me consolaba abrazándome y diciéndome que tenía la bodega full de mercancía, que lo entendiera, que lo disculpara… fue un momento MUY extraño: allí estábamos, los dos, cliente y vendedora, abrazados,  él prometiéndome que el otro mes me compraba el presupuesto….

Obviamente al salir de esa sala y entrar en mi carro, me calme y pensé, pero no pude ni siquiera descifrar las razón para tan absurda reacción si en ventas recibimos NOs muy a menudos… la culpa la tenía el cocktail de hormonas. 





-      Lo primero es saber que es normal sentirse así durante los 9 meses de gestación. Para todas las mujeres es distinto, pero la mayoría padece de esta locurita transitoria cortesía de las hormonas. Una vez uno es consciente, puede manejarlo mejor. Cada vez que te estés sintiendo muy triste, respira y pregúntate:  ¿Esta situación realmente es así de grave o triste, o son mis hormonas jugándome una mala pasada?  Muchas veces entendemos que es algo físico y eso nos tranquiliza. 

Habla de esto con las personas que te rodean y que están contigo la mayor parte del embarazo. Ya sea papás, esposo, novio, amigos o compañeros de trabajo. Hazles saber que esto puede pasar. De esta manera, cuando estés pasando por un ataque de depresión pre parto (término inventado por Inn- Maternal), ellos lo entenderán y podrán hacerte ver lo que realmente sucede. 

Los hombres tienden a ser  poco comprensivos con este tipo de reacciones tan femenimas. Por eso, es bueno que un experto les hable del tema. Puede ser tu ginecólogo, internet, o aplicaciones como Baby Center. Busca información al respecto  de una fuente que para él represente credibilidad y has que la lea y lo entienda. (¡Ojalá este blog sirva! Jajaja).

Ten presente que estos momentos son oleadas, y como Wonder WoMOM, todas tenemos el súper poder de volver a la cara feliz. El secreto para poder hacerlo es simplemente entender que durante el embarazo “uno no es uno”. Estas bajo los efectos de una sustancia psicoactiva llamada hormonas que te hace ser otra persona irreconocible. Aprovecha esos momentos para valorar cosas bonitas, que te emocionen positivamente. Oír tu música favorita, ver fotos, cocinar. Conéctate con lo que siempre te ha gustado.

 Travel- Inn-Mommy tiene un dogma maravilloso: Si lo vas a hacer, ¡no te quejes! Una vez tomamos la decisión de ser mamás pasan muchas cosas. El cuerpo se llena de celulitis, nos sentimos cansadas o mareadas, y por supuesto, estamos muuuy sensibles. Pero cuando uno vuelve verbo sus pensamientos, los traduce a quejas y cosas negativas, esta energía se potencializa. Así que, tómalo de la mejor manera y gózate hasta estos momentos que no son tan chéveres. Pocas veces en la vida se nos da la licencia para estar pasadas de kilos, mamonas y sensibles.


s. Un trabajo muy  pañis. rolo nte reconocida en Colombia), y me fui a trabajar a una entidad que se llama Propase han sentido m

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